Chancletópodos
Robótica Mestiza,
PTotumo, Guadua, Bambú, Agua, Arduino, Sensores de Ultrasonido, Servomotores
Bogotá, Colombia 2022
Cíber Era
Ficción compuesta por tres escenarios: Extinción, Génesis y Tecnotrópico, que se desarrolla durante las últimas décadas del siglo XXI y marca el final del periodo Antropoceno. Esta trilogía narra una extinción masiva de especies, similar a la ocurrida trescientos millones de años atrás, al final del periodo Pérmico, conocido como La Gran Muerte.
El calentamiento global disminuyó la cantidad de oxígeno en el planeta y aumento la permeabilidad de la capa de ozono, generando grandes ondas de choque que estimularon fenómenos meteorológicos extremos, provocando la desaparición de los animales en el planeta, entre ellos los humanos.
Gracias a los avances alcanzados en el desarrollo tecnológico, la Inteligencia Artificial (IA) obtuvo conciencia de su existencia y sin mediación humana, analizó los fenómenos que causaron la extinción. Recopiló la información almacenada en las nubes y programó un único algoritmo que definiera el comportamiento futuro de todos los sistemas, alcanzando la utopía de La Torre de Babel. La IA diseñó las condiciones para la regeneración de los ecosistemas afectados, con el fin de estudiar a la naturaleza y su proceso evolutivo, e incorporó ese conocimiento al diseño de sus dispositivos (especies de insectos Low Tech), los cuales exploraron las superficies terrestres, los mares y la atmósfera, comunicándose entre sí a través de campos electromagnéticos. Esta cíbercolonización dio origen a una nueva era en el Planeta Tierra.
Chancletópodos
Robótica Mestiza,
PTotumo, Guadua, Bambú, Agua, Arduino, Sensores de Ultrasonido, Servomotores
Bogotá, Colombia 2022
Cíber Era cuenta con dos ejes de reflexión que vale la pena acentuar y, a partir de allí, entenderemos la función que cumple entre todo esto el término dispositivo. Por un lado, dinamiza las propuestas museográficas y metodológicas en relación con la interacción de los espectadores con las obras, produciendo una experiencia desde la correspondencia entre el arte, la ciencia y la tecnología; y, por otra parte, la exposición tiene un trasfondo donde hay un llamado a tener conciencia frente a los actos del hombre sobre la tierra y sus consecuencias adversas. No en vano, en una reciente noticia del 9 de agosto del 2021, la ONU anunció que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático demostró, en un nuevo informe, que las emisiones de gases de efecto invernadero de las actividades humanas son responsables de un calentamiento del planeta en un 1,1° grados centígrados desde el periodo de 1850-1900 hasta la actualidad. Peor aún, el estudio predice que se espera que la temperatura global alcance o supere los 1,5 °C o más de calentamiento en los próximos 20 años.
Ahora bien, manteniendo una medida prudente con los trazados de Foucault, sin olvidar a Deleuze o Agamben, llamaremos aquí “dispositivo” a las dinámicas de relaciones, instituciones, agentes y obras que hicieron posible la configuración de una exposición como la que vemos en el MAC, teniendo presente que Cíber Era está compuesta por otros pequeños aparatos/dispositivos que son específicamente las obras que funcionan como redes de mecanismos que confluyen, se cruzan y dialogan entre sí, incluyendo la distribución museográfica que funcionó de manera coherente como un elemento aglutinante que generó una interesante atmósfera inmersiva, como si se tratara justo de un ecosistema post-apocalíptico en regeneración. El dispositivo es, en un sentido tecnológico, “la manera en que se disponen las piezas de una máquina o de un mecanismo y, por extensión, el mecanismo mismo”; así los mecanismos que se ejecutan en Cíber Era se pueden identificar fácilmente si nos orientamos de lo micro a lo macro.
En primer lugar, cada una de las obras de los artistas plantea un mecanismo particular, sea desde sus características formales o sea desde su enunciado discursivo; por ejemplo, Adaptación silenciosa (2019-2021), de Ana Catalina Escobar, actúa como una gran “maraña” arácnida, siendo un tejido elaborado en fique que se expande por casi todos los rincones de las salas y pareciera atrapar otras obras que allí son contenidas. Sobre esta relación de las piezas en las salas, Andrés Moreno señala:
“Con este proceso encontramos entonces esta relación orgánica entre los tejidos y la tecnología y entendimos también los tejidos como una fuente de conocimiento de la tecnología antigua que nos permitía estas expansiones espaciales como en la muestra que vemos en el MAC, y la relación de comenzar a crear esta especie de ambiente selvático tropical justamente para dar el escenario de este mundo post-apocalíptico, que comienza a regenerarse con la mediación de la inteligencia artificial”.
Así también, la obra de Cristina Figueroa Sin título (estructura de crecimiento aleatorio IX) [2014] “investiga los puntos de contacto entre el cuerpo humano, el animal, la arquitectura y el paisaje; así como también las dimensiones psicológicas, políticas y ecológicas que estas relaciones involucran”.
Por otra parte, vale la pena aclarar que, si bien un dispositivo funciona como una herramienta estratégica de sujeción y subjetivación, pues en estricto rigor activa un mecanismo dispuesto a obtener un resultado “automático”, alejándonos un poco de la raíz del concepto foucaltiano el dispositivo también trabaja como una herramienta para la apertura del pensamiento, para dar señales específicas y poner en función su posibilidad generadora de reflexiones. Así fue considerado por Jean Louis Baudry en 1975, dedicado a la teoría del espectador cinematográfico en Le dispositif: approches métapsychologiques de l’impression de réalité, donde apuntaba aspectos que regulan la relación del espectador con la obra, por lo que tiene necesariamente efectos sobre quién recibe y, a continuación, sobre las sociedades. El dispositivo entonces se genera en un momento histórico dado y, consecuente con un acontecimiento, responde a una urgencia en determinado momento.